domingo, 14 de junio de 2009

Globalización y respuestas antisistémicas.


















Desde los altercados de Seattle en 1999, las reuniones periódicas de organismos internacionales postestatales de carácter principalmente económico y militar (OTAN, OMC, G-8...) han venido acompañadas de profundos debates populares , trasladados a las calles en ocasiones, sobre la globalización y sus consecuencias. Numerosas y enormes manifestaciones pacíficas, acompañadas de elementos lúdicos y festivos, han mostrado su malestar por el regresivo avance de la globalización capitalista y sus efectos inicuos en las clases y regiones mas desfavorecidas.

Ha quedado demostrado de manera innegable, lo que al principio era un fenómeno percibido por algunos expertos y activistas: las nuevas situaciones de privilegio y dominio creadas por la globalización en todos los intercambios y relaciones.

Algunos sectores, atribuyen ha esta intensificación de los intercambios a nivel internacional un factor positivo, generador de desarrollo general y crecimiento mas o menos satisfactorio. Otros, la consideran una nueva forma de imperialismo, que consolida las desigualdades existentes y crea otras nuevas.

Estos sectores partidarios de incrementar aún más el ritmo globalizador, pretender ceder todas las dimensiones de la existencia humana y sus relaciones al libre mercado. La OMC, es el principal promulgador, divulgador, del amor por el mecardo libre. Este amor por el libre mercado se lleva a la practica mediante decisiones económicas que afectan a todos los estados de la constelación global y a sus ciudadanos.
Un organismo, la OMC, profundamente antidemócratico en su funcionamiento y estructura, que pretende expandir ilimitadamente sus pretensiones económicas neoliberales alimentadas por EEUU y su afán por controlar las decisiones políticas de los distintos estados del planeta. Y como la historia ha mostrado, todo aquel que se oponga a los objetivos y pretensiones liberalizadoras y neoliberales de EEUU es terriblemente criminalizado, marginalizado o incluso eliminado por la vía de la violencia. Es paradójico, como el gobierno de EEUU, siempre fiel a su doctrina del mercado libre, se considera competente y legitimado para intervenir y condicionar las decisiones de Estados pretendidamente soberanos, autonómos e independientes de poderes externos en favor de sus intereses capitalistas y por otro lado, se declara contrario al derecho interncional ( vetando resoluciones de la ONU que unicamente solicitaban un cumplimiento del derecho interncional) , y rechaza la influencia de cualquier organización interncional en sus leyes, normas y decisiones. "Ningún organismo externo a EEUU puede condicionar su política, no tienen esa competencia".
La misma OMC, reconducida en algunas ocasiones por agentes europeos, ha sacado textos, declaraciones en contra de algunas actuaciones estadounidenses. Pero EEUU, se niega a aceptarlas y continua fiel a su política arbitaria. " No creemos que nada de lo que diga la OMC, ni ninguna autoridad exterior y contraria a los intereses norteamericanos pueda obligar a EEUU cambiar sus leyes", declara un miembro de la Administración Clinton.

Con motivo de esta internacionalización económica, y de la subsiguiente aparición de una "Economía Mundial", en la que las políticas económicas estatales estan estrechamente relaciones, surgen protestas encabezadas por diversos y variados movimientos sociales: feministas, homosexuales, comunistas, anarquistas, ecológicas, pacifistas, antimilitaristas, nacionalistas.... que denuncian el feroz y regresivo avance del capital y sus consecuencias devastadoras en las regiones mas pobres del planeta. Multinacionales y grandes empresas, aliadas con los gobernantes de los Estados autodemoninados "democráticos" explotan y se aprovechan de los recursos y de los trabajadores de las regiones mas pobres. El colonialismo, adquiere otra faceta menos visible, la económica. Ya no se trata de un dominio absoluto y directo de los Estados en estas regiones a traves del aparato estatal, sino que ejercen este control a partir de grandes multinacionales y corporaciones.

Los gobernantes, poderosos, grandes magnates y empresarios apoyados como siempre por los grandes medios de comunicación, se empeñan en presentar como violentos y radicales a los sujetos que acuden a las manifestaciones y protestas antiglobalizadoras. La criminalización y desligitimación de los movimientos contrarios a los intereses creados, es una constante en la historia del capitalismo, pero no siempre consigue sus objetivos. Desde una perspectiva histórica, los movimientos antisistema deberían estar orgullosos de recibir tal denominación, pues han sido los que han conquistado grandes logros, importantes derechos y concesiones por parte del Estado: descolonización, derechos sociales, extension del sufragio universal....

Y por último, finalizo mi publicación con una frase para reflexionar:
El acto de romper un cristal, un escaparate, un objeto material, en sí, no tiene ninguna importancia ni significación, pero esconde un mensaje reivindicativo y político muy sútil. El cristal podrá ser arreglado al día siguiente, pero ¿quien repara los graves daños sociales del capitalismo?. Este acto, aparentemente irracional, dirigido contra grandes económicos, pretende denunciar que el poder, en la actualidad, en las grandes decisiones y cuestiones reside en potentes multinacionales y empresas.

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